Diario Comunal 317.
Es en verdad difícil escribir sobre nosotros mismos, que pareciera que
nos hemos acostumbrado a ser mirados por otros. Los invasores desde hace más de
cinco siglos, han escrito sobre nuestra vida, interpretan de nosotros
horrocidades, y cualidades. Nunca hemos dejado de ser, objetos de miradas
externas, unas veces como criaturas desprotegidas, otras como sujetos
revolucionarios, otras como ignorantes y malsanos, otras como seres sin alma,
pero siempre como objetos de investigación. Para
dejar de ser ignorantes, acudimos a la Universidad, y lo que hacemos, sólo, es
escalar en una pirámide de privilegios, haciendo lo mismo, que hacen con
nosotros, mirando a los otros y catalogando, como en ese momento, en la escuela
nos dan a entender. Pensamos la realidad desde la interpretación de los que
nos colocan sus lentes, es decir, no vemos la realidad, la inventamos, con el
auxilio de la gafas que se nos imponen, al querer escalar la pirámide de
privilegios. Si somos abogados, nos
aprendemos de memoria leyes concebidas por principios ajenos a nuestro
razonamiento, si nos hacen médicos, entendemos al organismo aislado de todo lo
que en verdad nos rodea, que nos enferma, y que nos sana. Si somos arquitectos,
edificamos con materiales que no responden a nuestros reales climas, y
reproducimos habitaciones de contextos alejados de nuestra mirada. Peor aún si
somos antropólogos o sociólogos, nos empecinamos en definir el comportamiento
de todo, con gafas de distintos colores, y de vocabularios, que sólo nosotros
entendemos y valoramos. No se diga de los economistas y de los historiadores. Pero,
reproducimos, la misma lógica de mirar a los otros, alejándonos de la realidad
de los otros.
Los que hablamos de nosotros, terminamos de poetas, cantores,
pintores, cuenteros, bailarines, todos pareciendo locos en escena. Los escritores, entre que siguen mirando a los otros y
gozando de sus alegrías y dolores, al final nos hacen pasar la vida de los
otros en sus textos, chismosos profesionales, diríamos nosotros. Sabemos que es más fácil platicar que escribir, quizás
por ello, son pocos los que suelen escribir, pero menos aun los que escriben de
sí mismos, retratando el mundo que los envuelve. Nos
preguntamos, ¿llegará un tiempo que la escritura sea un placer del que podamos
gozar, en verdad, la mayoría, o será eterno el que solo unos cuantos lo logren,
siempre mirándonos con sus universitarias gafas? O es
mejor dejar de escribir, y poner en el centro de nuestra actividad, el platicar
eternamente. No lo sabemos ¿usted sí?
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