Diario Comunal 93: La reforma educativa, guerra de cúpulas.
Para Oaxaca, el reto prevalece, ¿En qué
consiste un nuevo modelo educativo?. Debemos de aceptar que entre muchos
negativos efectos que ha causado la educación actual, es haber eliminado de sus
prácticas, deberes antiguos que eran altamente positivos, y que fueron
diseñados dada la ausencia de libros de texto. Me refiero concretamente a la
parcela escolar. Debemos subrayar en primera instancia que una parcela escolar
vincula de manera directa al estudiante a la naturaleza que lo circunda. Esto es,
le hace conocer y valorar, su umbilical articulación a la tierra, se da cuenta
de sus potencialidades, aprende trabajando el uso de la herramientas, de las
semillas, de los cuidados que requiere cada cultivo, llega a conocer
tecnológicamente el tratamiento que debe darse a la naturaleza. Con esas
prácticas, el saber de las matemáticas, de la biología, la física, la química,
las aprende de manera concreta, no abstracta como en el pizarrón. Esta misma
práctica hace valorar la participación de todos, se valora a la persona a
través del trabajo, incluso la del maestro. Al abandonarse la parcela escolar,
también se desvincula al comité de padres, quienes tienen una experiencia al
respecto, y les hace participar también como maestros, se desvincula a la comunidad,
quien para los trabajos pesados, estaba obligada a participar a través de los
topiles o autoridades en turno. En fin son muchos los factores que quedaron en
la obscuridad ante el abandono de la parcela. Paralelo a esto, se agudiza la
dependencia alimentaria, se abandona el campo, y literalmente, se le achaca
otra ves al Estado el olvido al trabajo agropecuario. Cierto en verdad, a lo
que el abandono de la parcela, hace más evidente.
Si lo que queremos es disminuir la terrible
barranca que separa la escuela de la comunidad, es necesario, volver a la
parcela, al taller, para responder con mayor efectividad a la cotidianidad
comunitaria.
Muchos podrán argumentar que las cosas han
cambiado, que las comunidades ya no se dedican al trabajo del campo, y de que los
horarios responde ahora a los derechos conquistados por la base magisterial. Es
cierto, reconocemos que la emigración se ha elevado con el consonante abandono
de la tierra, de que la misma escuela, ha expulsado a las recientes
generaciones, a la ciudad para el desempeño de sus especialidades, y que los
maestros ahora solamente se la pasan viendo el reloj, para retirarse también a
la ciudad, lejos de esas "cochinas y aburridas" comunidades. Claro,
estamos de acuerdo, eso es lo que pasa, pero es eso lo que debemos cambiar si
en verdad queremos transformar la educación y con ello, a Oaxaca.
Recuperar lo que se ha perdido, es un
comportamiento legítimo. Pensar en el progreso como varita mágica para la
solución de los problemas, debemos abandonar, pues resolvemos nuestro problemas
personales, y con ello echamos al cesto de la basura a los problemas que
aquejan al resto de la sociedad.
La parcela puede contribuir en la
autosuficiencia alimentaria, en la mejora de nuestra alimentación y por tanto
de nuestra salud. Esto lleva implícito un cambio de mentalidad. Ello se puede
lograr, si reconocemos el valor de lo propio, y a partir de ello, rediseñamos
la labor educativa. ¿Estaremos dispuestos a cambiar nuestro pensar? esa sería
la pregunta.
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