Diario Comunal 72.

Este día de reposada armonía, da para pensar en voz alta. El terrible abismo que separan a dos civilizaciones, que les ha tocado coexistir en estos tiempos, nos lleva esclarecer por qué unos somos terrenales y otros simplemente mercancía. Los que nos comprendemos comunales y los que se entienden individuales. los que vivimos aferrados a la naturaleza, y a los que viven como mater
ia etérea. Los que vivimos el día y dormimos la noche, y los que duermen el día y viven la noche. Los que se hacen autónomos individuos, y los que somos autónomos en comunidad. Los que se reconocen en los otros, y los que se reconocen en ellos mismos. Los que trabajan para estar con los demás, y los que trabajan para ausentarse de los demás. Los que construimos entre todos, y los que gozan lo que construyen los demás. Los que caminan sintiendo ser jaguares, y los que caminan sintiendo ser aviones. Los que todo recibimos con alegría, y los que seleccionan lo que se le da. Los que se crecen de consejos y los que se crecen de darlos.Los que mandan obedeciendo y los que mandan sin obedecer. Los que se sienten una montaña y los que se sienten propietarios de esa montaña. Los que bailan con la muerte, y los que les tienen miedo. Los que beben para compartirse, y los que beben para ausentarse. Los que enseñan sabiendo que en ello aprenden, y los que enseñan pensando que con ello enseñan.
Estas y muchas más diferencias podríamos encontrar en la raíz de estas dos filosofías que nos tocado percibir. Construirse con la verdad de todos, no es lo mismo que crecer negando la verdad de todos. En todo esto se esconde se ocultan, la verdaderas dificultades de lograr un mundo armónico. Negarnos a aceptar estas diferencias nos lleva a reproducir mecánicamente una existencia que ahonda las contradicciones, y nos hace navegar un laberinto sin salida. No reconocernos, es simplemente vivir lo que nos han impuesto, no valorar lo que somos, es vivir la colonización y el mercado como condición inevitable. Descubrir la unidad de vida y muerte, es comprender la totalidad propia, y negarla. es despedazarnos para ser mejor manejados. Una civilización se comprende en su totalidad, la otra en sus partes.
Como hijos del choque de estas dos civilizaciones, llevamos en nosotros algo de una y mucha de otra. Lograr la identificación en nuestra persona, es sabernos integrales dependientes de la naturaleza total. Comprender esto, es gozar de la muerte como gozar de la vida.

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