Diario Comunal 45: Los hongos se están dejando ver.

Hace tiempo se hablaba de María Sabina cuando se pensaba en los hongos, o nanacates como también decimos. Lo alucinógeno hizo llamar la atención de la humanidad a ese producto extra que da una naturaleza en diversos grados de humedad. Lo alucinógeno hizo traer y atraer a poetas, rocanroleros, a artistas de todo género que encuentra en el navegar lo que ahora muchos sólo encuentran en la computadora. Para nosotros ha sido eterna la presencia de los hongos, principalmente los comestibles, lo que no lo son no se tocan, estos entran en el campo de la sabiduría de los grandes sacerdotes o sacerdotisas de la navegación mental.

Lo importante y a lo que voy es que en estos días, están reunidos en Guelatao un buen número de recolectores de hongos de diferente parte de la república, con una diversidad de experiencias en relación con los hongos. Lo que me llama la atención en primera, es que se reúnen alumnos de universidades, biólogos en específico, y campesinos y campesinas que están en relación directa con los hongos, lo sobresaliente es que están marcando uno de los tantos caminos para reconocer lo que tienen en su territorio, espacios usurpados y diezmados contantemente por Talamantes o comunidades que sí saben la importancia de su bosque, cuidándolo todo con ello el cultivo o cuidado de la diversidad de hongos. Resulta trascendente porque es de verdad mirar la riqueza de nuestra naturaleza, es tomar conciencia de lo que tenemos, tanto para nuestra alimentación como para nuestros sueños. Es voltear la mirada a lo que somos: naturaleza. 
Para muchos esto puede resultar extraño, esto se entiende si es que desde la escuela se excluye la importancia de conocer la naturaleza que nos rodea, lo que desde otra óptica, nosotros consideraríamos como central en un nuevo modelo educativo. Para comprender nuestra comunalidad, primero es importante tomar conciencia que poseemos un territorio, del cual provenimos y al que debemos cuidar como lo hacemos con nuestras vidas. Pensar en los hongos es navegar en el mar adecuado, para el ejercicio y crecimiento de saberes que desde millones de años están ahí, pero que los lentes colonizados nos han impedido reconocer como vitales. Los hongos no son mercancía, y cuidado de volverlos a través de su venta. Si su venta subsana necesidades reales, es correcto su aprovechamiento, pero si es para conseguir simplemente comodidades, esto pasa a un plano negativo. Reconozcamos a la naturaleza, pero entendamos que somos su extensión no su creador. Como en muchos casos lo sostienen las diversas religiones que se han inventado en el mundo.

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