Diario Comunal 43: La construcción de comunidad la hace el comunero, no el ciudadano.
Una comunidad, sea rural o urbana, en principio
es el resultado de la interacción directa de sus habitantes, de las familias
que la integran. Cada familia tiene a su representante en la asamblea, en la
cual se toman las decisiones del qué hacer para el bienestar de todos. Las
comunidades rurales cuentan con un territorio, las urbanas también, que puede
ser la colonia, la parroquia, el barrio, incluso la calle, o la sección como se
dice en el istmo. Los representantes de cada comunidad son elegidos en cada
asamblea, en la cual se diseña todo tipo de plan de acción a realizar.
No estamos
descubriendo el hilo negro, esto ha sido y sigue siendo la organización
natural. Comprendamos que el apelativo de ciudadano deviene de una larga
tradición urbana, en la que el individuo o la persona es quien cuenta, no la
familia. Como tampoco son personas que tengan espacios de participación bajo su
control, estos en su mayoría, se los atribuye el Estado vía el municipio, la
agencia, el partido, etc. Es decir, ciudadano es simplemente un número, una
familia es una micro organización y es ésta la que integra a la comunidad.
Diríamos que ciudadano es una categoría
numérica y la de comunero una categoría de calidad. Esta diferencia se explica rápidamente
cuando comprendemos lo individual y lo comunal como nociones organizativamente
confrontadas. Los derechos humanos son respetados en ambos espacios, pero se
conocen en la ciudad como derechos humanos individuales y en el otro, como
derechos humanos colectivos o comunales. En la ciudad se participa en la toma
de decisiones a través del voto, en la comunidad a través de la opinión. En
esto radica la diferencia, entre una instancia cuantitativa y otra cualitativa.
No podemos negar que en la construcción de ciudadanía existan objetivos netamente comunitarios, pero la acepción de ciudadano enturbia su proceso. Por ello es recomendable tener muy claro de lo que se hace y del lenguaje que estamos usando. Esto puede leerse, chocante, pero la verdad se presta a la reflexión.
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