Diario Comunal 241: Recordando a Mario Molina.


Los años setenta, teniendo a la cabeza de la Secretaria de Educación Pública a un Oaxaqueño, se hizo institucional el reconocimiento de una específica educación para Pueblos Indígenas. Fue en esa década, cuando a lado de más de un centenar de Serranos, Mario Molina encabezo una inicial Centro de profesionalización en Guelatao. Originario de Villa Hidalgo Yalalag, Mario centro su preocupación porque la población Zapoteca de la Región, Tanto Maestros bilingues como estudiantes, adquiriera mayores elementos de formación, para dar coherencia al proceso de resistencia cultural, que Mario, al igual que muchos, deseaban para sus comunidades. Ser zapoteco, y Trabajador nato de la cultura, lo hizo maestro empecinado en la protección y reproducción de su lengua originaria. Pero no sólo le preocupaba su Lengua, sino la profesionalización de su labor, la que obviamente ya enfrentaba serios vicios, que lo llevó a lado de Siguenza, y de Anselmo, Como dirigentes, a hacer una limpia de directivos corruptos que se habían, en menos de cinco años, enseñoreado del poder en la Sierra. 
Mario, estuvo muy cerca de la literatura propia, cultivo una seria sensibilidad para recoger de los ancianos experiencias y un uso completo del idioma. Grabo profundamente en su ser la preocupación por rescatar la oralidad, su escritura fue una arma del conquistador para defender lo propio. Su labor, que le permitió conocer varias regiones del Estado, de forma directa, hizo crecer en él, la convicción de escribir todo lo suyo, diríamos la intimidad regional, en zapoteco. Su labor, aparentemente, puede interpretarse como una obligación profesional, pero para hacer lo que Mario hizo, es necesario estar enamorado de nuestras raíces y de la lógica subyacente a su exposición.
Si el estuviera con nosotros, no dudamos de que fuera eje y artífice de la puesta en práctica del plan de Transformación, que en la actualidad el magisterio se propone. Hasta sus últimos momentos, al frente de la Jefatura de Supervisión en Guelatao, Mario se dio a la tarea, con el apoyo de sus compañeros, de hacer una propuesta que, fundamentaba claramente , tanto teórica como operativamente, lo que hoy en día, se plantea el cambio educativo en Oaxaca. Visionario al fin, hizo de su vida, la construcción cotidiana de esa Cultura que mueve nuestros sentidos, al reconocimiento de lo nuestro y a la siembra de un futuro pleno en el respeto a la diversidad.

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