Diario Comunal 228: Se ausenta Mandela, pero el racismo campea.


Derrumbar el racismo, definitivamente no es una labor individual, ni menos de una persona que accede al poder. El racismo es quizás la peor herencia que hemos recibido del poder de Occidente. El racismo lo inyecta la manera individualitaria de ver la vida, interpretación vinculada al poder, a la conquista, al sometimiento. En otras palabras, de una interpretación vertical de hacer la vida. Y digo que lo hemos heredado, por que en cada uno de nosotros esta inyectada la enfermedad del "yo", del "ego", de la visión que tiene al hombre, o al ser humano como centro de todo. 
Esta visión introducida a América por los europeos hace más de 500 años, y que también han sufrido continentes enteros como el Africano, se sustenta en una manera razonar que desde siempre, ha situado a la raza blanca como superior a las demás, vía el sometimiento militar y económico. Tan enfermos estamos de ese terrible mal, que ni accediendo al poder es superado, échenle un vistazo a la sucedido en la Cámara de diputados apenas ayer, en que una diputada con físico originario, le prohibieron la entrada al baño, por no saber de su "elevada investidura". Que se puede esperar en lo cotidiano que se observa en las calles, en los centros de atención, en los juzgados, en las escuelas, en todas partes. Por más leyes que se suscriban, el racismo lo lleva cada individuo, firmado precisamente a partir de su individualidad.
El racismo es fortalecido, por la creencia de que hay seres superiores, de que hay que obedecer sea a quien sea. Esto es reproducido, obviamente por todo tipo de religión, llámese como se llame, sea de culto religioso o laico. Con esto no se quiere decir que no existan estratos diferentes, diversos, pero en la medida que su valoración parte, de su trabajo, de su comportamiento, de su conducta, el racismo no lo es, lo que se da es el reconocimiento. Y este reconocimiento, se da en todo tipo de sociedad.
Las pirámides son fruto del trabajo, el respeto, la reciprocidad, no de la explotación, el derecho o la caridad.
La educación actual, privatizadora por esencia, lleva consigo el germen racista, machista, cuestión que de manera elegante, reafirman los medios de comunicación privados y mercantes. La competencia es el abono químico del racismo, y esto se nos impone principalmente a través de la educación. Por ello, no nos resulta extraño que en todos los espacios el racismo campee, todos estamos frente al otro compitiendo, y los hacemos en todo, en la ropa, en el color de la piel, en el peinado, en el calzado, en las ideas, en los libros que se leen , en lo que comemos, en lo que bebemos, en todo. Competimos hasta para tener a la pareja elegida. Todos nos creemos superiores a los otros, por lo mismo nos estamos midiendo día a día. Y todo esto, lo abona obviamente al vivir una sociedad de mercado, que nos conduce a la carrera interminable, por tener el dinero que nos garantice la superioridad sobre los demás. Como se ve, vivimos un círculo vicioso, y esta enfermedad,ya la reproducimos de manera natural. ¿ podría modificarse esta situación?, nosotros creemos que si, aunque nos lleve los años. #tioyim#comunalidad.

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