Diario Comunal 203: Vocación de servicio, piedra fundamental para una nueva sociedad. (En memoria de Doña Ofe, 22 de septiembre de 2013).

Con la imposición de la economía de mercado, el servicio pasó a ser algo así como cuestión pintoresca. El que la moneda, de medio se haya convertido en el fin de la vida, ha hecho que la compartencia sea en la actualidad una actitud específica de la resistencia. El no tener moneda, nos lleva necesariamente a echarnos la mano. Es decir, en lugar de aportar un bien en abstracto, se aporta el elemento concreto. Y esto se da en todos los elementos , momentos e instancias de la vida. Un servicio implica trabajo concreto, en un bautizo, en una obra de construcción, un cultivo, en una boda, en una ceremonia o fiesta comunal, en la realización cotidiana de la vida. Esto no solo en espacios comunalitarios, sino en la misma ciudad. Lo concreto, se da en la comida, en la ropa, en el hospedaje, en la música, en el baile, primordialmente en la construcción del alimento.
En la estructura política, el desempeño de un dizque servicio, se traduce en una obligada remuneración económica de moneda. Se busca un puesto, no por la importancia del puesto, sino en lo que consigue a cambio. Esto es la gran diferencia entre la llamada democracia y lo que nosotros hemos denominado como comunalicracia. En la primera el representante popular cobra, en la segunda sirve. En la primera, obtener la representación es un logro y en la segunda, una responsabilidad que se traduce en prestigio. En la primera, lo que se obtiene se acumula, y en la segunda, se reparte o se comparte. El veneno de lo mercantil y monetario, durante los últimos siglos, ha carcomido paulatinamente a las sociedades fundadas en el servicio, y ha corrompido a todo nivel, a las que se fundamentan en la remuneración.
Pese a esta profunda contracción de dos modelos de vivir y pensar, el trabajo de servicio de Doña Ofelia, que dejo en la memoria de mi comunidad, brilla con luz propia. El servicio de hacer la comida en todo tipo de celebración, familiar o comunal, incluso intercomunal, sembró no sólo un estilo de compartir, sino una actitud de compartencia vital en todo evento. En su servicio, no hubo colores ideológicos, políticos, ni económicos, estuvo en toda instancia de reunión. Cumplía con su deber, pero ante todo sembraba con su labor, la trascendencia del servicio. Lo mismo como Regidora Municipal, que como de la comisión de la iglesia. Su sazón, era el deleite de propios y extraños, pero su carácter, sonrisa por delante, alimentó principios, normas, valores de gran profundidad.

Doña Ofelia, fue y seguirá siendo un ser comunal ejemplar, sus hijos e hijas, nietos y nietas, bisnietos y bisnietas, sostendrán en sus espaldas la riqueza de su legado, la comunidad lo reproducirá, el Estado lo reconocerá, y será para la sociedad mundial, el ejemplo a seguir, en el diseño de una sociedad más armónica, más respetuosa, recíproca y trabajadora a través de la actitud de servicio, que tanta falta hace, en este constante derrumbe de principios, que nos demuestra la necesidad de entender que todos nos debemos a todos, y que por ello, es el servicio, la actitud a regar, para que en el futuro se convierta en una ventana, por donde se pueda mirar otro u otros horizontes más benignos, como los que cultivo la vida de doña Ofelia. #tioyim

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