Diario Comunal 198: Trabajemos para nosotros.

Una propuesta educativa en estos tiempos, no necesariamente puede nacer de cambios profundos, pero si del esclarecimiento de lo que somos y tenemos en estos tiempos, para convivir la vida. Comprender lo que somos es un primer obstáculo, dada la cultura masificadora, institucional, empresarial que se nos han impuesto en este sistema-mundo, fincado en el mercado. Hemos sostenido, que tenemos dos percepciones del mundo, que conviven contradictoriamente en nuestro actuar cotidiano. El primero, el que nuestro organismo percibe en su contacto directo con la naturaleza, el que alcanzamos a entender como una suma de necesidades básicas para enfrentar el hambre y el clima. El segundo, el que se nos impone del exterior como una suma de comodidades, en su mayoría innecesarias. De estas dos percepciones de la vida, podemos deducir la educación útil y necesaria para cada región, y por lo mismo, para cada sociedad, sea ésta rural o urbana. Lo que tenemos para hacerlo, dependerá de las necesidades a satisfacer que nos señalemos, sean estas naturales o superfluas.
El territorio del que obtendríamos la satisfacción de las necesidades básicas, es el que se encuentra en constante peligro ante la irracionalidad, mercantil de este sistema, que promueve la privatización de todo, hasta del oxigeno.
Desde los treinta hasta los setenta del siglo pasado, se tuvo una educación más o menos útil, en la medida que no había libros de texto, y de que los maestros se veían en la necesidad de ser investigadores natos de su entorno, para poder educar y satisfacer las necesidades básicas de sus comunidades, urbanas o rurales. Pese a la occidentalización promovida por Vasconcelos, prevaleció la lógica de la parcela escolar, que no solamente formaba futuros campesinos, sino les ataba a la permanencia en la comunidad. Los tiempos cambiaron, llegó lo sindical, la demanda de mano de obra industrial, el crecimiento del mercado, y las parcelas escolares, quedaron en el desuso y en el olvido. Hablar de la parcela escolar, implica una verdadera ubicación pedagógica, fundar la educación en el trabajo, supone de principio realizar una educación integral y como tal la solución de verdaderas o reales necesidades. Implica también, una suma de propuestas didácticas que llevaban consigo su propia evaluación; la satisfacción social, económica y cultural.

Nuestra propuesta, al señalar a la parcela escolar, no indica que propongamos regresar en el tiempo, sino, promover, la parcela en pleno siglo XXI, con todas las adecuaciones, en tiempo y espacio, que esto implica. Esta propuesta, obviamente, se piensa inmediatamente adecuada en lo rural, habitado por poblados o comunidades campesinas y originarias, sin embargo, esto puede ser reflexión y promoción desde la ciudad. También es cierto, que esta pedagogía, está más posibilitada en estados Vernáculos, (diría aquel filósofo), como Oaxaca, Guerrero, Chiapas, y Michoacan. Mucho tiene que ver, las actuales demandas del magisterio de éstos Estados, en contra de la evaluación universal, y por el respeto a la diversidad de sus contextos educativos. Pero, por último, esto supone o lleva implícito un verdadero compromiso de los educadores. El PTEO, lo señala para Oaxaca, la respuesta está en todos, no solamente en los maestros. Todo esto, no contradice la legitimidad de la lucha del magisterio en contra de las decisiones de el actual Estado autoritario, que padecemos.

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