Diario Comunal 192 (1): Vivir una ficción, es castrante, pero no nos podemos sentir culpables de ello.

No podríamos afirmar cuantas generaciones hemos tenido que vivir, y comunicar nuestros problemas dentro de una ficción que se nos impuso hace ya más de cinco siglos. Pensar en español y referirnos al mundo en sus conceptos, fue en primera instancia el más salvaje modo de reproducir esa ficción, ¿porqué? porque en nuestro actuar hemos querido llevar a su demostración conceptos inventados en un lenguaje diferente al que se usaba en nuestro continente. Veamos esto por partes.
Con la invasión de los bárbaros, se nos introdujo la propiedad, el producir para vender, el ver al mundo como una cosa que se podía manejar a nuestro antojo, el medir la tierra y sus productos, etc. Con la puesta en práctica de esos valores nos separamos el uno del otro, dejamos de ser naturales, para se simplemente fuerza de trabajo y sudor al beneficio de otro. Construimos un Estado fincado en el poder, el orden, el progreso, en el sometimiento de seres humanos (hechos a imagen y semejanza nuestra), nos convencimos de un dios con esa imagen y de paso varón. Construimos un matrimonio fincado en la propiedad y una escuela sustentada en la discriminación de la sabiduría comunal y dimos paso a la prepotencia del sabelotodo con poder a quien de paso, le dimos autoridad. Todo un mundo de conceptos que nos hizo soñar siempre en una sociedad libre, democrática y justa, heredada de los iluminados invasores bárbaros, que reprodujo la independencia, y la reforma durante todo el siglo XIX.

Hoy en día, nuestra consignas no cambian, exigimos justicia, libertad y democracia, como valores que están instalados en la profundidad de nuestro ser, sin darnos cuenta que no son valores que se expliquen en la naturalidad de nuestra vida. Se perciben por el lenguaje a través del que lo pensamos, pero que no existen en nuestra naturalidad. Es decir, queremos un modo de vida que se nos ha inventado, que se nos ha impuesto, y que se ha sembrado en nuestra conciencia, que no nos damos cuenta que vivimos con la sangre, y con nuestra dependencia de la naturaleza. Estos conceptos que aprendimos en una escuela impuesta, nos confunde, y lo abstracto lo creemos concreto, y con ello, nuestra esquizofrenia no tiene límites. Se habla intensamente de libertad, a sabiendas que nadie es y puede ser libre, de saber que somos dependientes de todo y de todos. Sin embargo la noción de libertad está tan profundamente interiorizado en nuestro ser, que no alcanzamos a distinguirlo como inexistente. Está en todo, en la ciencia , en el arte, en la política, y el comercio, en la búsqueda de poder y en las relaciones amorosas. Lo mismo lo usa el negro que el blanco, el moreno que el amarillo, en fin, está ahí, bañándonos de prepotencia, de todo, menos de naturalidad. Lo urgente es saber en donde se ha quedado ese razonar natural nuestro, en donde ha quedado nuestra relación concreta con la naturaleza, la que nos demuestra que no somos libres, que somos eternamente el resultado de los demás, de todos. Volvamos al sentido común decíamos en años atrás, hoy más que nunca es necesario repetirlo, para desideologizarnos, para descolonizarnos, para se nosotros como en verdad somos, seres naturales.(seguiremos)

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