Diario Comunal 176: Comunidades convivenciales, una ventana filosófica.

Los ámbitos urbanos son el espacio abierto para el aislamiento, el sometimiento y el consumo. Son presa fácil para la comercialización de todo, de la industrialización de lo que se quiera, pero también para el control individualitario de todo y de todos. Migrantes del interior, llegan para alejarse de la "ṕesadilla"comunalitaria, o porque los billetes ya no alcanzan para vivir, o porque es muy exigente la comunalidad. Llegan a la ciudad y se aíslan, pero al poco tiempo situaciones adversas les ahogan. Sin embargo, la semilla comunalitaria la llevan, les guste o no. Los maestros son un ejemplo fehaciente de esta realidad. En ellos por enfrentar un ambiente adverso a la comunidad, se enfrentan a la necesidad de reconocerse como lo que son: seres formados de los manantiales comunitarios, y con ello, para su desempeño enfundan su formación para retar el aislamiento que les ofrece la ciudad.
Esto demuestra que la individualidad, sólo se enfrenta con comunalidad. Es decir, la vida aislante urbana, solo se trasciende haciendo comunidad. y es esto lo que pude percibir en un evento organizado por maestros y para maestros por allá de Santa Rosa. Eran pocos los oriundos de la ciudad, quizás de estos en su mayoría de padres también emigrados del interior del Estado. La gran mayoría, declaradamente provincianos, intercambiaron sus experiencias en el nivel preescolar, al que por cierto ahora nombran comunidades convivenciales, ofreciendo la mejor de sus intenciones para mejorar su labor docente.
Su esfuerzo merece aplauso, pero también reclama una reflexión filosófica. El sistema-Mundo que nos envuelve, nos arrincona a la obscuridad de la obscuridad. La ciudad, en principio masifica nuestra existencia, nos reduce a ser simples objetos, la estructura de poder hace de nosotros una simple boleta electoral, un simple consumidor de letras, imágenes, de herramientas, de sujetos tira basura, etc. Y los maestros por excelencia reproducen eso mismo en sus centros de trabajo, sean privados o públicos. El individualismo es tal, que los hijos para dejar de ser una lata en la casa, es mejor que estén guardados en una escuela.
Sin embargo, el maestro ante toda esta mecánica va redescubriendo su natural comunalidad, opacada por el discurso y la acción urbana, y emprende el redescubrimiento de lo que son, a través de la crítica de lo que viven.

En cierto, Oaxaca vive momentos de desnudez o de desatrófia ideológica, no sólo política, sino filosófica. esto hace que los esfuerzos comunalizantes en el magisterio, se estén emprendiendo con fuerza, con decisión, con alegría. Esto brilla más, cuando se llevan a la práctica esta visión en espacios de formación infantil, en donde el ser adquiere sus primeros pasos de interpretación vivencial. Estos maestros están haciendo educación, dejando de venderla, dejando de imponerla mecánicamente, como lo señalan sus códigos reglamentarios, de una educación que lleva a Oaxaca al abismo, lugar de donde debe salir con la frente en alto, para evidenciar su existencia en estos tiempos críticos y faltos de identidad.

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