Diario Comunal 172: De cómo razonar y enseñarnos desde lo comunitario.
El primer reto es trascender el concepto de
indígena. Los que nos han querido desaparecer, porque somos obstáculo para el
desarrollo moderno, nos llaman indígenas. Los que admiran nuestra exposiciones
culturales y desean nuestro bienestar, también nos dicen indígenas. Los que aspiran
al poder o a situaciones de respeto o privilegio, asumen dignamente ser
indígenas. Los que se sienten discriminados, excluidos, ocultados e
irrespetados dicen, "es que soy indígena". De una u otra manera lo
indígena, fundamentado en el uso de una lengua específica diferente al español,
es conceptuado como indígena. Sin embargo la gran mayoría se asume de la región
de la que proviene y se autodenomina según la lengua primera que le enseñan en
el hogar. Hay zapotecos del istmo, del valle, de la sierra, como mixtecos de la
alta, de la baja, lo mismo ayuuk, del alto, del medio, del bajo, etc. Pero
dentro de esta gran diversidad lingüística y cultural, existe un común
denominador a todos o todas; lo comunitario. De ahí que el plan de
transformación educativa, por el que pugnan los maestros, centre su atención en
el concepto Comunalidad.
Esto significa que en toda región, sus
propuesta educativa estará engarzada umbilicalmente a lo comunitario. Y en esto
radica la cuestión, porque el programa de estudios de educación básica, que
está centrada en el estudiante, pero que además, abre la puerta para el diseño
de currículas propias en regiones indígenas, nos lleva a reconocer que los
comunitarios no tenemos una reconocida y propia, manera de razonar o pensar.
Han sido, tanto el empeño desde la colonia, de forjarnos una mentalidad
liberal, que no tenemos las herramientas filosóficas para pensar desde nuestro
propio ser, desde nuestro contexto. La filosofía occidental nos ha emborrachado
o mareado con sus argumentos. Ha tenido la lecto-escritura como arma central,
nosotros nos hemos mantenido gracias a la oralidad-imagen.
La primera cosa a eliminar en una educación
propia es el poder, la comunidad erige autoridad, no poder, y esto debe empezar
desde la escuela, el maestro debe ser autoridad, no el poder, esto cambia
radicalmente el rol del profesor, lo hace hermano mayor del alumnado, no el
conocimiento, no el poder.
La autoridad se ejerce desde el saber o el
conocimiento comunitario. Por ello afirmamos, que nuestro destino es hacer de
la escuela una comunidad y de la comunidad una escuela.
Esto en esencia significa cambiar, de tener al
estudiante como centro de atención para tener como centro de atención a la
comunidad. Es otras palabras esto significa ver el todo, no quedarnos en las
partes, el todo es la comunidad, la parte es el estudiante. Hacer comunidad es
la pedagogía necesaria, su didáctica vivir la comunidad, su filosofía la comunalidad.
La única manera de preservar las lenguas
propias, es usándolas en todo. Por ello los maestros hablantes de una lengua
propia, deben estar donde se use su variante, no en otra región ni en la
ciudad, En el mismo sentido el maestro mínimamente debe de estar tres años
residiendo una comunidad, sea esta rural o urbana. Pero lo básico es que los
maestros reconozcan su razonar, su propia y verdadera forma de vivir, y esta la
conviertan, no sólo en su filosofía, sino en su actuar y soñar.
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