Diario Comunal 170: Normar la oralidad y la imagen es un Estado de derecho, es en verdad un laberinto inconfesable.
La ley de telecomunicaciones y su reciente
reforma aprobada por un congreso repleto de sacos y corbatas, es para una
persona parlante un duro hueso de roer. Todos alcanzamos a comunicarnos de
alguna manera, uno lo hacen con señas, otros con groserías, otros con armas
punzo-cortantes, otros con armas etilizadamente románticas, en fin, el caso es
que todos hacemos uso de nuestra capacidad oral y de la vista, para hacernos
entender en este mundo de infinidad de lenguajes.
Darle reglas a lo que no puede ni debe tener
reglas es en verdad un laberinto sin salida. Los del poder hacen uso de ello
para repetirnos hasta el cansancio, lo que creen que debemos pensar, y
obviamente, con ello, elevar su poder económico. El avance tecnológico que está
entre sus manos, tiene tantos vericuetos en su uso, que paque platicamos de
ello, pero tiene contratada a la gente que se encarga de eso.
Durante más de cien años, esta tecnología ha
estado a su servicio, el Estado les ha querido quitar algo, pero en verdad son
simples rasguños. Las telenovelas, son su fuerte, tan es así, que cuando nos
damos cuenta ya estamos consumiendo sus condenados productos, en todo.
De un tiempo para acá, la resistencia de los
pobres ha estado manifestado como florecitas que nacen en la montaña, en el
istmo, en la costa, en la mixteca, en todos lados, poco a poco estas emisoras
de oralidad, se han ido apropiando de las señales que consumen y refinan sus
gentes, sus comunidades, sus regiones. Esto es para nosotros una verdadera
manifestación de seguridad que desde la madre tierra está gritando. Las radios
comunitarias e indígenas , a fuerza de reclamos lograron aparecer en la ley. Su
ubicación en la tan mencionada ley, está entrando con calzador. Pero ahí va a
estar. Nosotros creemos que la vida no se legisla, se vive simplemente, y las
flores que están naciendo solamente aplastándolas desaparecerán un rato, pero
volverán a nacer porque son flores silvestres, que nacen con la energía propia
y natural que da la tierra. No habrá ley, que pueda controlar su existencia,
como tampoco a nuestros pueblos han logrado desaparecer la infinidad de
corbatas que roncan en el congreso, todo el día, pero que al roncar tanta
basura le echan a nuestro caminar.
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