Diario Comunal 154: Recreación, Educación y compartencia.

No cabe duda, trasformar la educación es responsabilidad de todos. El día de ayer finalizó un encuentro internacional organizado por la Sección XXII de magisterio. Asistieron representantes de varios países, se trabajó lo referido a los valores comunitarios y a la pedagogía para la Comunalidad. Para cerrar dicho encuentro, logró colarse su servidor. Resulta, que el evento nos permitió precisar muchas cosas. Las que a mi parecer son fundamentales fueron las siguiente.
La recreación es el momento que tenemos para rehacer, para recrear la vida, Es decir, los momentos que una sociedad de mercado marca como tiempos de ocio, de entretenimiento, son en la realidad para tomar energía y multiplicar la energía para seguir haciendo la vida, ¿como? compartiendo capacidades, habilidades, sensibilidades que permitan el diseño de cada nuevo día. Esto puede entenderse como el sacarle jugo a los tiempos de reposo, de cansancio, de festividad, lo que se da en una sociedad básicamente industrial en las noches. Estos tiempos, o bien los usamos para irnos a la cantina, al café, a la cancha, a la alberca, al mercado, a citas amorosas, a jugar con la familia, etc, en una lógica creativa, son tiempos para regenerar el entusiasmo, la energía, la imaginación. Los espacios urbanos son motivo para lo que hemos señalado, o en últimas para visitar parques, o sitios hechos para que la gente repose. En áreas rurales, comunitarias por excelencia, los tiempos de recreación se llenan de actividades complementarias, para seguir subsanando las necesidades de cada familia, de cada comunidad, tan es así que los tequios, y las asamblea se realizan en sábados o domingos.
Tomar la recreación como contribución educativa, le da a esta, un carácter total. es decir, se comprende que el proceso educativo no tiene horarios, espacios definidos, y es por ello, que debe tenerse una visión de compartencia, de intercambio, de dialogación, de interacción de saberes, de creación. Esto señala la practica pedagógica como una actitud cotidiana y total. Esto es vital, el comprenderlo, nos lleva a todos reconocer que participamos en la educación desde el lugar en el que nos encontremos. Esto relativiza la separación de tiempos y espacios para el aprendizaje, porque tanto nos educamos arranados viendo la televisión, que encontrándonos con los amigos en torno a una mesa de cantina.
Con esto, entramos en el proceso necesario de desescolarización de la vida, abandonamos la certeza de que solo en la escuela habita el conocimiento, de que solamente el maestro es el dueño del conocimiento, por lo mismo el poder que lo impone.
Con estas reflexiones el magisterio abre las puestas de salón a la comunidad, y la comunidad da cuenta de su responsabilidad en la enseñanza. Que quede claro, no estamos proponiendo que desaparezca la escuela, sino, que transforme su personalidad, que se vea como un espacio de reunión, de coordinación, pero que la curricula enlace a la comunidad y a sus protagonistas principales.
Es importante abandonar esa visión de una escuela mecánica, fabrica de conocimiento, hagamos de la escuela un ser viviente, creativo, recreativo en esencia.

Sabemos que esto significa navegar en contra de la corriente. Se nos impone, un mercado insaciable por todos los poros, en la casa, en la calle, en el trabajo, en la escuela, que extraer o ubicar en este mundo nuestra presencia creativa, es más que caminar un camino sembrado de espinas. Pero, ese es el reto, y todos somos llamados para contribuir. desde la trinchera en que estemos guarecidos.

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