Diario Comunal 151.

Fui convocado a una Guelaguetza Pedagógica, Y lo que lleve a compartir fue mi atención. Les quiero platicar y compartir lo que atendí y entendí de dicho evento. Independientemente de mis comentarios que haré llegar a los organizadores, les adelanto mis primeras apreciaciones.
De principio me pareció un evento inédito, pues en Oaxaca nos han acostumbrado a pensar que una Guelaguetza es un espectáculo de color, danza y música, comercial por excelencia. En cierto eso ha sido, desde los afanes de mercado que privan en las mentalidades acomodadas en el poder. La Guelaguetza, como un hecho de intercambio festivo, que se da para recibir, que se colorea de amistad, de arte, de trabajo, de satisfacción de necesidades, ha quedado solo en las mentes eminentemente comunitarias. El Estado y los sectores privados ha convertido a la Guelaguetza en un hecho verdaderamente mercantil y espectacular, lo triste ha sido que el color y lo festivo, que en parte le caracterizan, se ha convertido en un modelo a trasmitir mecánicamente,(por cierto, en sectores del propio magisterio) en aras de cumplir con una parafernalia, y en el peor de los sentidos, en hacer negocio. (lo que se ha denominado folklorización)
La Guelaguetza a la que asistí, fue lo contrario, este fue un verdadero intercambio de saberes, de capacidades, de experiencias, que se manifiestan y reproducen en las siete regiones del Estado de Oaxaca.
Los maestros, en su proceso de lucha, se han visto en la necesidad de contrarrestar el mal uso que se le ha dado a la Guelaguetza, patrimonio cultural de los Oaxaqueños, organizando, durante los últimos años lo que han denominado Guelaguetza Popular.

Pues en esta ocasión, esos maestros encontraron en una Guelaguetza, el espacio adecuado para dar y recibir a cambio, experiencias pedagógicas. De esta diversa exposición, como diversas son las regiones que integran Oaxaca, lo que a primera vista sobresale, es el el entorno vivencial que envuelve a una educación pensada desde los saberes comunitarios. Los procesos de trabajo expuestos; siembra de hortalizas, elaboración de alimentos, producción de hilo, producción de cobijas, elaboración de casas de palma, de adobe y de casas de adobe, revelan que una educación fincada en la comunalidad es vivir la vida vida comunitaria misma. En cada proceso de trabajo se llevan a la práctica, los saberes obligados; las matemáticas, la la aritmética, la física, la química, la historia, la biología, el civismo, las ciencias sociales, incluso hasta las no contempladas, que son muchas dimensiones del conocimiento, que excluye la educación oficial. Educación comunitaria es hacer comunidad, mediante procesos de trabajo concreto e integral, no como parcelas, especialidades o partes, sino de un todo que se ve reflejado en todo. Estas experiencias ratifican las bases para cambiar la educación en Oaxaca. Señalan que la educación al ser entendida como un dato, un saber que el alumno desconoce y que por lo mismo "tiene" que consumir de un libro, o del pizarrón del profesor, es un proceso que va en contra de las capacidades, aspiraciones y necesidades profundas de la comunidad. Por lo mismo debe de ser transformada. Lo expuesto revela en concreto que lo que se debe hacer para desaparecer el divorcio entre comunidad y escuela, es hacer de la escuela una comunidad y de la comunidad una escuela. Y es esto lo que demanda el magisterio Oaxaqueño, el PTEO es su marco de referencia, es necesario seguir sensibilizándonos de lo que tenemos, en lugar de seguir ocultándonos a nosotros mismos. Esto es descolonización, sigamos ese camino. Hay detalles a señalar, pero los creo irrelevantes por ahora. Fue la primera Guelaguetza Pedagógica, de verdad espero que tengan continuidad, y que se siga enriqueciendo, el aprendizaje de todos, con todos. Valoricemos nuestra diversidad, y con ese respeto, sigamos siendo diferentes.

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