Diario Comunal 136 ( para Susana ): la Historia detrás del mito. Parte I.
Salimos de Oaxaca por la mañana, un día
viernes. Nuestro punto de llegada o a donde emprendíamos el viaje era
Amoltepec. Corría el año de 1984, Susana, Judit, Magdalena, Arturo y yo, con la
mente repleta de sueños de conocer, descubrir, desentrañar, como buenos
expedicionarios con careta de antropólogos, cargando maletas y libretas,
iniciamos la cuesta hacia ese lugar desconocido, etiquetado por los datos oficiales
como súper-abandonado por las fuerzas gubernamentales; Amoltepec. Después de
una larga travesía de casi ocho horas, en una flamante camioneta del INI,
llegamos a Zaniza, lugar cuasi solitario.
Pernoctamos en un edificio escolar, y a muy
temprana hora la misma camioneta nos llevó hasta la punta de la carretera que
estaba en construcción para comunicar a Amoltepec. Con sueños y maletas a la
espalda encaminamos nuestros pasos rumbo a aquella comunidad. En fila
"india", empezamos a caminar por la vereda, nos esperaban más de diez
horas de trayecto. Atrás quedaban las maquinas, pipas, además de los
trabajadores que construían el camino. No habíamos avanzado ni los doscientos
metros, desapareció de nuestra vista la compañera Susana.
Caminando sobre una vereda en una loma con un
declive cercano a los setenta grados, la compañera resbaló desapareciendo en un
instante por la maleza de la pendiente. Los nervios nos inundaron, los gritos
desesperados de las compañeras aumentaban, en cada grito, la desesperación de
todos. Sin pensarlo Arturo y yo nos abalanzamos hacia adelante para vislumbrar
mejor el lugar y a pasos acelerados dimos un recorrido por la falda del cerro,
hasta ubicar el posible sitio que albergaba a nuestra compañera. Identificamos
a la distancia, y encarrerados bajamos la pendiente sin pensar en nada más que
llegar a aquel sitio que abrazaba a Susana. Nuestra esperanza era encontrarla
viva, y efectivamente estaba viva, maltratada del rostro, un ojo izquierdo que
no podíamos tocar por que estaba cubierta de sangre.
Decidí regresar en auxilio, ¿de quienes? pues
de los trabajadores que apenas despertaban para tomar el café y reiniciar su
faena. Mientras tanto Arturo cortaba sendos palos para improvisar una camilla y
sacar a la compañera de aquel seco arrollo en el que había caído. Invité a los
muchachos trabajadores, y cuatro de ellos, resbalaron como gacelas hacia el
fondo del barranco. En mi mente ya giraba la preocupación por el estado de los
ojos de nuestra amiga. No se como le hicimos, el caso es que logramos hacer de
aquellos palos, anidados por nuestros cinturones, una sobria camilla en la que
colocamos a nuestra amiga y cargándola entre los seis, subimos la empinada
loma. El nuevo reto. ¿como salir de aquel lugar para que se atendiera a Susana?
¿como llegar hasta un hospital? Continuara...
Comentarios
Publicar un comentario