Diario comunal 01


Eso de vivir una sociedad patriarcal no es ningún chiste. Diría yo que es casi antinatura.

Resulta que emergemos de la madre, el padre, si, da su parte, pero en gran parte es como la satisfacción de una necesidad básica, el sexo. Pero la Madre la recibe y se convierte en proceso natural que padece o goza durante nueve meses, la aportación del hombre es tan sólo de un instante. Sin embargo ese instante le ha dado la categoría de jefe, de patrón, de fuerte, de más inteligente, y esto lleva a que en todas las esferas de la vida, lo patriarcal se convierta en hegemonía, se ratifica en la educación, en la justicia, en el derecho al trabajo, en fin está en todo. Hay más reyes que reinas, has mas dioses que diosas, hay más jueces que juezas. Hasta en la celebración, esta el padre casi por obligación.

Yo provengo de una madre que tuvo cinco maridos y seis hijos.A mi padre nunca lo conocí, ni siquiera por curiosidad, mi madre jugó tal papel que el saber de mi padre nunca lo consideré necesario.Lo interesante de la cuestión es que a la tierra se le considera madre y, al padre no. A la sujeción de la madre se le considera matrimonio, y a la sujeción del padre se le considera patrimonio. 

Si le seguimos escarbando al lenguaje nos encontraremos con muchas sorpresas.Yo definitivamente razono en términos naturales, por ello encuentro en la naturaleza, en la tierra a la madre y de ella derivo mis razonamientos. Por ello creo que el concepto de equidad responde más a una necesidad que tiene el mercado, es decir, si el capital logra la participación de la mujer en todas sus pretensiones productivas, encontrará el doble de mano de obra que haga acrecentar los grandes capitales. No niego los defectos que carga consigo el patriarcado, sólidamente establecido por el catolicismo en la colonia, pero creo también que se debe tener una postura crítica ante las ambiciones sin limite del capitalismo, que ve en los seres humanos, solo fuera de trabajo al servicio de su producción.Tampoco niego, el papel de sometimiento y discriminación que lacera cotidianamente a la mujer en tiempos actuales, pero subrayo la necesaria reflexión de señalar, a quien beneficia la fuerza de trabajo liberada de la mujer. Si creemos en un mundo mejor es necesario analizar este, de manera natural, por ello creo más en la complementaridad que en el amor, creo más en lo recíproco, que en la fraternidad, creo más en la dependencia que en la independencia. Creo más en las satisfacción de necesidades elementales que en la acumulación, en la comodidad, en el lucro.

Siempre he creído que detrás de los conceptos se haya ocultos nuevas formas y renovadas expresiones de explotación. Como tal no creo en el desarrollo y menos en la democracia. 


CREO EN LA CALIDAD Y NO EN LA CANTIDAD.

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